El marino mercante ya retirado, Ricardo Páez Canto relató el
caso inédito del encuentro cercano entre un buque y extraños objetos en el mar
argentino.
En esa extensa costa de 4725 kilómetros lineales del Mar
Argentino, que va desde el límite exterior sur del Río de La Plata hasta el
punto más austral de Tierra del Fuego, incluyendo las aguas del Mar Argentino,
las presencias de OVNIs han sido mucho más frecuentes de lo que se piensa. En
ese contexto, una de estas historias tuvo su epicentro en el Golfo San Jorge
hace algo más de cuatro décadas atrás, cuando la presunta presencia alienígena
sacudió la tranquilidad de un barco petrolero livianero que circulaba por aguas
juridiccionales. Y para conocer más detalles de aquel inesperado episodio, uno
de los testigos del hecho se animó a hablar sobre aquella noche en la que “todo
se detuvo” y el miedo invadió la totalidad de los marinos del navío.
Rumbo al sur
Ricardo Páez Canto, el testigo en cuestión, relató un hecho increíble.
Siendo por aquel entonces, un Tercer Oficial, el marino mercante comenzó
diciendo que “en la década del ´70 fui destinado al barco petrolero livianero
Florentino Ameghino y salió un viaje con destino a la ciudad de Ushuaia en la
que se transportaría JP1, que es una nafta de avión que se usa en los turbos de
los jets, además de cargar también nafta súper y gasoil. Salimos desde el
puerto de La Plata a mediados de noviembre de 1975 y el viaje se desarrolló
siempre con mucha tranquilidad. A la altura de la latitud 46° y longitud 66°, justo
a la altura de la boca del Golfo San Jorge, se recibió una orden de Yacimientos
Petrolíferos Fiscales (YPF) para entrar a la ciudad de Comodoro Rivadavia, es
decir a unas 12 horas de navegación de dónde estábamos nosotros en el mar”.
Páez Canto relata con particular precisión. “Hasta ese
momento la tripulación, que estaba compuesta por unas 25 personas, entre
oficiales y marinos, se encontraba distendida, ya que generalmente los días
viernes, sábados y domingos por la noche solía haber jornadas de truco, y esto
hacía que el tradicional juego de naipes fuera el pasatiempo principal para
aquellos que pasan mucho tiempo en el mar y lejos de sus familiares”.
“Black out”
Como si estuviera viendo un filme, el marino continúa:
“Cerca de las 22.30 de aquella noche de noviembre todo cambió para la
tripulación del Ameghino. Llevábamos cuatro horas de viaje hacia Comodoro
Rivadavia, cuando el chico que estaba conmigo decidió a ver los partidos de
truco y entonces quedé como responsable de cambiar los filtros de las máquinas
principales. Estaba leyendo unas revistas cuando sentí algo y comenzaron a
disminuir las luces del motor principal, que eran 8 o 10 pistones de motor
Sulser. Me levanté y ví que los tableros estaban caídos, la luz era de una
velita en los dos generadores y se frenaron. Entonces la máquina se paró”.
El ex maquinista prosiguió su relato. “Fui a la sala de
calderas donde encontré un marino y le consulté sobre si había puesto alguna carga
y me dijo que no sabía lo que había pasado. Cuando volví a mi anterior lugar,
ví que llegaba uno de los auxiliares de máquinas con los pelos parados. Le
pregunté que pasó y me dijo que tenía que ver algo increíble, ya que había
estado por el lado de afuera del costados del barco cuando pasó todo aquello.
Se asustó cuando se apagaron las luces, lo cual eso se llama ´black out´ en la
jerga marítima, y lo seguí porque no entendía lo que me decía”.
La revelación
El relato de Ricardo Páez Canto cuenta: “Íbamos por la banda
de estribor (a la derecha, mirando a proa), que daba al oeste y en el
horizonte, como a unas 20 millas (40 kilómetros) vimos en el mar la entrada de
tres soles alejados, que estaban yendo de un lado a otro. El pibe me dijo que
eran tres platos voladores y en ese momento no le creí (y su mirada parece
perderse en esa memoria prodigiosa para sus 70 años). Volví a la sala de
máquinas y me sonó el teléfono para tener una reunión urgente en el salón de
oficiales. A todo esto, el barco siguió navegando por inercia y no se hundió
porque era un petrolero, que poseen aletas de roleo y flotan, aún cargados.
Además había un buen tiempo y el mar estaba bastante claro y tranquilo. Algunos
hablaron del campo magnético de esos fenómenos, pero el mismo generalmente
produce mucha temperatura y nosotros con todo el combustible que llevábamos
podríamos haber volado por los aires y no quedaba nadie, con lo cual no sabemos
si fue eso lo que produjo el corte general de energía y los motores”.
A la deriva
Páez Canto prosiguió su relato. “Después de casi dos horas
de estar en la nada misma, todo volvió a la “normalidad: “Abrimos el aire,
empezamos a cargar todo, alimentamos el tablero y después de estar parados por
un largo rato, proseguimos viaje a Comodoro. Llegamos a la ciudad al mediodía y
no sabíamos si declarar esto que nos había sucedido o no, porque podrían
suscitarse problemas. Callamos. Cargamos combustible y continuamos hacia
Ushuaia, donde no pasó más nada y llegamos bien. Nunca me había pasado algo así
y nadie de la tripulación se atrevió a contarlo por cierto temor”, finalizó
diciendo este ex maquinista del petrolero Florentino Ameghino, quien 40 años
después se animó a contar un encuentro cercano con OVNIs, sucedido aquella
noche de noviembre de 1975, en aguas que bañan el Golfo San Jorge.
Incidente en Mar del Plata
El incidente vivido en 1975 en el Golfo San Jorge no fue el
único que comentó Ricardo Páez Canto acerca de la presencia de “naves
voladoras” en aguas argentinas, ya que recordó otro hecho que tuvo lugar a la
altura de Mar del Plata, con tintes parecidos, pero que le contó otro marino.
El ex marino contó que “cuando ocurrió el caso del apagón
del Ameghino en el Golfo San Jorge, otro de los marinos que vivió aquel hecho
me relató otro episodio que había vivido él mismo frente a las costas
marplatenses, aunque no recuerdo bien las fechas. Ellos estaban transportando
unos barcos pesqueros procedentes de Alemania con destino al puerto de
Necochea, y a 40 millas adentro de Mar del Plata, cinco OVNIs pasaron por
encima de los pesqueros a toda velocidad, los desenergizaron completamente y
quedaron sin nada, a la deriva. Recién al amanecer pudieron juntar aire para
calentar los motores para que funcionara el generador de emergencia y seguir
viaje”.
Páez Canto agregó que, según el relato de aquel colega,
“cuando llegaron al puerto de Necochea fueron a hacer una exposición y las
autoridades marítimas los sacaron volando, porque nadie les creyó el relato y
les dijeron que iban a ir presos si hablaban de eso. Algo que por supuesto
nunca ocurrió”, por lo que se deja traslucir que recién ahora este tema sale a
la luz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario