El primer caso de abducción extraterrestre ocurrió en Argentina en el año 1956 y no en Estados Unidos donde comúnmente se presenta al caso de abducción de Betty y Barney Hill que ocurrió cinco años después como el ¨primer¨ caso de abducciones extraterrestre desde que se tiene registro.
El secuestro alienígena de Orlando Ferraudi, es el primer
caso registrado de abducción extraterrestre en el mundo.
El Increíble caso de Orlando Ferraudi
En una fría noche del mes de agosto de 1956, Orlando
Ferraudi ( de 18 años en esa época) siempre fue un entusiasta de la pesca. En
aquella época, su lugar preferido era una apartada zona a la vera del Río de la
Plata, en la costanera norte de la Ciudad de Buenos Aires, donde hoy (años
después de la experiencia), está funcionando la Ciudad Universitaria,
perteneciente a la Universidad de Buenos Aires. Por aquellas épocas, el lugar
(sobre todo de noche) era frecuentado por “linyeras” ( “homeless”). Orlando
había tomado la costumbre de llevarles paquetes de cigarrillos y yerba mate,
con el objeto de hacerse amigo de tales personas y que no lo “molestaran”
durante sus noches de pesca.
Alrededor de las 23,30 horas, Orlando estaba sentado frente
a la costa con su caña de pescar, en esos momentos sintió (o percibió) que
alguien estaba detrás de él. Al principio creyó que era un “linyera” que venía
a pedirle algo o directamente a robarle; sin embargo cuando pudo observar al
ser fue grande su sorpresa.Éste personaje, semejante a un humano, era mucho más
alto que Orlando (de 1,85 metros), tenía alrededor de 2 metros de altura, y
estaba vestido con un traje enterizo color amarillo/anaranjado que emitía como
pequeñas “chispas”, el traje terminaba en una capucha que caía sobre la
espalda. El humanoide era muy rubio, con el pelo cortado al ras, piel muy
blanca, atlético, con ojos color miel.
Lo tomó del brazo y le transmitió mentalmente que se quedara
tranquilo, que no tuviera miedo, que no le iba a pasar nada malo, y que
tendrían que hacer un largo viaje.
Orlando en ese momento supo que el ser (a pesar de su
apariencia) no era terrestre. El testigo nos decía que había perdido la
voluntad, que era imposible imponerse a las órdenes mentales del
extraterrestre. En ese momento éste extrajo de dentro de su traje enterizo, un
pequeño aparato que Orlando describe como una pequeña “polvera” (como las que usan
las mujeres para maquillarse).
El pequeño aparato (que cuando el ser lo levantaba, Orlando
se sentía desfallecer) emitió una luz muy intensa. En esos momentos, el
protagonista observó una gran sombra oscura que venía desde el río. Esta tenía
forma de plato hondo invertido, de unos setenta metros de diámetro. En un
momento aparece una rampa desde el interior de la nave. Otro ser aparece
(similar al primero) y ayuda a Orlando a ascender por la angosta rampa metálica
(nos decía el testigo que en un momento sintió miedo de caerse al agua mientras
subía).
Penetró, acompañado por los dos seres, en una pequeña
estancia sin bordes rectos, totalmente abovedada, donde la luz parecía salir de
las propias paredes. Orlando nos decía que el aire parecía luminoso. Dentro de
la extraña sala también había una pequeña niña que se identificó como Elena, de
once años. Ésta le relato que había sido subida al Ovni desde su casa en Villa
Mercedes (Provincia de San Luis – Argentina), cuando sintió ruidos en la
terraza de su casa, pensando que le había pasado algo a su gato. La niña le
expresa a Orlando, que no tuviera miedo, que no les harían daño.
Acto seguido, entra en esa habitación una mujer, rubia,
alta, con un traje enterizo similar al de los seres masculinos. Su peinado, le
recuerda a Orlando, al del personaje del “Príncipe Valiente” (famoso en los
comics y en una película protagonizada por un joven Robert Wagner), también
destaca su porte atlético. Esta tripulante femenina saca a Elena de la
habitación, presumiblemente a otra sección de la nave.
Con posterioridad, uno de los seres le pide a Orlando que
debe sacarse toda la ropa. El azorado protagonista, sin voluntad propia,
obedece fielmente, aunque se queda con las medias y los calzoncillos. El ser le
indica que debe quitarse todo, quedarse desnudo, ya que la indumentaria está
contaminada y puede ocasionarles problemas a ellos por bacterias y virus
terrestres. Cumplido el pedido, el ser toma la ropa y la introduce en una
bolsa, y después la arroja dentro de un aparato parecido a un televisor, y al
cerrarlo, éste se llena de un humo espeso, color verde (en este punto, es
difícil no recordar el caso Vilas Boas en Brasil).
Según la explicación del ser, la estaban esterilizando y
después se la devolverían. Mientras tanto le dan un pequeño “trajecito” de no
más de 30 centímetros de longitud (recordemos que Orlando mide 1,85 metros). Es
muy curioso el diálogo que nos relata Orlando, siempre en forma telepática con
el ser: “¿Cómo me lo pongo?” Orlando descubre un pequeño orificio en la parte
superior del traje y con sorpresa ve que éste se estira y se acomoda
perfectamente a su cuerpo. Nos decía que era imposible sentirlo y que, le daba
la sensación de estar calzado aunque no tuviera zapatos.
En esos momentos volvió la tripulante femenina con la
pequeña Elena (vestida con un mono similar). Se les indicó (siempre
telepáticamente) que realizarían un pequeño viaje, primero por debajo del agua,
a través de la Bahía de San Borombón (al sur de Buenos Aires) hacia la costa
uruguaya y posteriormente cruzarían el Océano Atlántico, en dirección al
continente Africano, desde donde subirían al espacio. Según les explican,
debían hacer eso para evitar la detección de los radares y que los tomaran como
enemigos.
Esta etapa del relato es muy interesante, ya que le dicen a
nuestro protagonista que el Ovni generaría una especie de campo particular,
utilizando energía electromagnética, para sus evoluciones, ya sea dentro de la
atmósfera y fuera de ella.
Dentro de lo que podríamos llamar el “puente de mando” hay
comandos, pantallas y ventanas alrededor de todo el perímetro. Un mínimo de
nueve seres (lo que calcula Orlando), trabajan en la totalidad de la nave.
En un momento le hacen mirar una de las pantallas, viendo
que están subiendo y que la Tierra se aleja. Ninguna sensación de movimiento.
Le llama la atención el color azul de la Tierra (aunque
oficialmente el primer humano que pudo contemplar este hermoso color fue Yuri
Gagarin). También le muestran la Luna, que Orlando la describe de un color gris
opaco. Pasan la órbita de la Luna y les hacen observar el Sol (siempre a través
de la pantalla).
Aquí hay un dato muy curioso, ya que Orlando nos dice que el
“Sol es negro”. Recuerdo que en aquella oportunidad, al igual que en nuestra
última reunión, le preguntamos cómo podía ser esto, que seguramente había visto
al astro a través de un filtro. Orlando sigue afirmando que, por lo que pudo
observar él, el Sol era oscuro.
En esos momentos, los extraterrestres les informan a ambos
que vuelven a la Tierra, siempre observando a través de la pantalla notan que
lo hacen a velocidad vertiginosa. Asustándose y creyendo que se estrellarían,
los seres les indican que gracias a los campos que utilizan el riesgo es cero.
De hecho, las palabras exactas que usan para explicarles a Orlando y Elena son:
“No deben preocuparse, cuando estemos cerca, vamos a formar un campo con la
Tierra y no vamos a colisionar con ella”. Aquí presumimos, de acuerdo a las
nuevas teorías, que estarían utilizando el campo magnético de la Tierra, e
invirtiendo la polaridad, amortiguando también, de alguna manera, la inercia
del aparato. Una idea que tienen muchos científicos en el presente relacionados
a la investigación Ufológica.
Penetran en la atmósfera y se sumergen en la zona del Caribe;
a los pocos segundos de su navegación submarina, observan en el fondo del mar,
una especie de cúpula transparente, donde están estacionados varios Ovnis
(Orlando estima que la estructura mediría cinco o seis hectáreas). Ante la
pregunta, le contestan que es una “estación de mantenimiento”. Penetran en una
especie de túnel y les dicen que van a devolverlos, pero que antes deben
realizar una serie de exámenes físicos.
En otra habitación, donde hay dos camillas y un instrumental
extraño, les dan a tomar un líquido espeso (similar a la densidad de la miel y
sin gusto alguno) y unos comprimidos (el protagonista nos dice “pequeños huevos
de distintos colores”).
Les indican que les va a dar sueño y que no se preocupen.
Posteriormente los colocan a los dos en sus respectivas camillas, con un
instrumento en la cabecera en forma de “U” y que tiene luces con los mismos
colores de los comprimidos. Orlando no recuerda cuando se durmió y cuánto
tiempo duraron aquellos exámenes.
Los despiertan y separándolos en distintas habitaciones; les
piden que se vistan, con su ropa habitual. En ese momento le dicen a Orlando,
que está bien físicamente, que han trabajado en su glándula Pineal. Orlando
recuerda perfectamente la explicación del ser: “Ustedes nos van a ser útiles en
el futuro, porque esta glándula es la única herencia nuestra que ha quedado
aquí. Ya que de las cinco razas que pueblan este planeta, ninguna es propia de
la Tierra; solo son restos de civilizaciones de otros planetas.
La Tierra hace mucho tiempo solo se conocía por ser el
zoológico del Sistema Solar. Las razas que hoy existen han sufrido mutaciones
genéticas por sus propias culpas, pero lo que les queda de lo que fueron, es la
glándula Pineal. Por eso a Uds. les reactivaremos esta glándula, porque así
cuando nosotros pensemos en Uds. al instante sentirán una especie de zumbido
dentro de su cabeza”. Aquí es interesante señalar un fenómeno que ocurre en
todos los contactados: la llamada “señal de ajuste”, un zumbido intenso que
generalmente se siente en el oído derecho y que es prolegómeno de un mensaje
telepático. En la casuística mundial es muy común este síntoma.
Orlando tiene muchas preguntas, los seres acceden a
mostrarle las intimidades del Ovni. Nuestro protagonista puede observar dos
niveles, en el superior el puente de mando y las distintas estancias en que
ellos habían estado. En la parte inferior, Orlando señala que estaba el
“motor”, que él describe como circular (abarca todo el diámetro del Ovni), con
grandes bobinas y pasarelas entre ellas. Estas bobinas eran operadas o
controladas, por seres similares a los descritos, pero vestidos con un mono
azul y una especie de máscara transparente. En estas operaciones había entes
masculinos y femeninos.
Sobre el funcionamiento de la nave, también le explican que:
“La nave se desliza por un campo de fuerza, utilizando tres energías: Cósmica,
Solar y Magnética. Con las tres o con una sola de ellas podemos movilizarnos
por el espacio”.
También nos cuenta Orlando, que hubo una demostración de un
arma, en este caso, nuevamente la pequeña polvera que, como una navaja suiza,
aparentemente tiene varios usos. Lo hacen ver a través de una ventanilla de la
nave, un pequeño objeto en forma de cubo en el exterior. El ser apunta su
pequeño instrumento hacia el objetivo y este desaparece. Le explican lo
siguiente: “Esto es energía pura. Cuando encuentra su objetivo, lo desintegra
por completo, no quedando absolutamente nada: ni humo, ni olor, esta arma
disocia todo lo que toca. Queremos que Uds. conozcan este poder que es el que
usaremos, muy a pesar nuestro, si llegaran a poner en peligro la armonía
estelar”.
El abducido Ferraundi junto a una investigadora |
Orlando cuenta en la actualidad con más de setenta años, su
discurso es exactamente igual al original de hace veinte años.
No podemos dejar de notar que se siente frustrado, en el
sentido de su infructuosa búsqueda de Elena, a lo largo de los años en
distintas provincias argentinas. También por el hecho de no poder compartir su
experiencia con otras personas, ni siquiera con los nuevos investigadores a los
que interesa más una filmación de un objeto lejano en el cielo, que recabar el
testimonio de una persona que ha estado frente a frente con “ellos”.
En los últimos años, Orlando noveló su experiencia con el
sugestivo título “¿Y Por qué Yo?”, tratando de difundir su experiencia. Lo
mismo que se preguntan todos los contactados y que nadie es capaz de responder.
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